domingo, 24 de mayo de 2009

El marketing de la Violencia (Editorial 23-5)


Cuando hablamos de medios de comunicación, hablamos de instrumentos para facilitar la información, la interlocución y el diálogo entre las personas. Hoy a los diarios, radio y televisión deben sumarse sin dudas, la publicidad, la telefonía digital y por supuesto Internet que han revolucionado la época y han ampliado la diversidad del discurso comunicativo.

La violencia es una epidemia social que no se puede resolver en soledad ni contrarrestándola con elementos de supuesta seguridad o defensa personal, ya que la violencia, es un fenómeno existencial de la época que se esparce en las sociedades como una mancha de petróleo que todo lo contamina, es un problema personal y social que nos transforma en partes de una maquinaria compleja que consume y expulsa hacia el mundo actos deshumanizantes.

Dice Silo en su primera Carta a mis amigos, en 1991. “Nunca antes el mundo estuvo tan comunicado, sin embargo los individuos padecen cada día una mayor incomunicación”. Transpolado al campo de los medios, cada vez tenemos más medios para comunicarnos, sin embargo cada día aumentan significativamente las depresiones, las angustias, los miedos, los ataques de pánico y sus consecuencias trágicas entre nosotros. Cada vez hay más acceso a la información de todo lo que sucede con el ser humano en cualquier lugar del planeta, sin embargo paralelamente crece el analfabetismo funcional, el desinterés por el otro, la pérdida de la compasión, el aislamiento, el fraccionamiento de las luchas sociales y el “yo me ocupo de mi vida”, como si ésta estuviera ajena a las vidas de los demás.

En la era de la tecnología digital, la velocidad con que viajan hechos de suma violencia, parece ser un elemento muy importante a considerar que a veces hace perder la comprensión de un fenómeno que se potencia a cada instante.

Existe lo que muchos llamamos “la opinión publicada”, es decir, algunos títulos con breves copetes introductorios fijados por dos o tres grupos de personas que concentran varios medios por los se desparrama dicha opinión.
Todo es cada vez más rápido, más desestructurado, menos conceptual, más titulado. Se nos suele decir desde los medios implícita o explícitamente “esto es lo que usted tiene que saber antes de salir de su casa”.

Existe una suerte de máxima en el medio, que conlleva en su seno una concepción violenta y que dice “lo que no pasa por la TV no existe”. ¿Quien es el que señala lo que hay que decir, como lo dice y a quienes niega existencia social?. También esta máxima puede explicarnos por que la gente es capaz de hacer cualquier cosa (incluso la más humillante o descalificante) con tal de tener su minuto de fama televisiva. ¿No será que se le ha dado una ponderación desproporcionada a un instrumento y esto está generando muchos problemas sociales porque estimula y profundiza la confusión y la pérdida de valores humanos ya existentes?

Tomemos por ejemplo, las dificultades que atraviesa hoy el principio de independencia que se sostiene aún en las escuelas de periodismo pero no así en las cabezas de muchos que lo estudian, o bien aquella reiterada frase que la televisión es un servicio, cuando el acceso a la misma no se facilita para estratos sociales de menores recursos (a menos que sea redituable mostrarlos), o para temas que le puedan interesar a la gente, o bien considerar lo que cuesta enfocarla al servicio de la de la educación y la prevención en salud por ejemplo.

La pregunta que nos surge ¿Cual podría ser el rol de los medios de comunicación en un escenario en el que las personas de buen corazón, aquellos que llevan otra actitud humana más inclusiva y que luchan por cambiar el estado de las cosas sin marginaciones, pudieran manejarse con verdadera libertad de prensa y así torcer el rumbo de los acontecimientos?

Los medios son sólo los instrumentos y su rol siempre estará sujeto a la decisión de las personas, por lo que culpar a la televisión o a los medios de hoy de la pérdida de valores es un error conceptual, ya que la situación es exactamente a la inversa, se llega a la televisión de hoy porque hay valores sociales que han entrado en crisis y la gente se ve reflejada en eso que ve o quiere ser.

Es violencia la falta de comunicación, la degradación, la hipocresía, la obsecuencia, el maltrato, la humillación, la descalificación, la tortura, la falta de espacio a las minorías. Es violencia también, la manipulación, la falta de libertad, la presión, la imposición, la tergiversación intencional y la precariedad laboral, la vulgarización de lo profundo, la calumnia y mucho de lo que vemos en los medios de comunicación convertidos en medios de difusión masiva medidos por un elemental sistema de estadísticas de dudosa calidad como es el rating, con el cual se nos quiere convencer que lo que hay es lo que la gente quiere ver.

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