sábado, 28 de marzo de 2009

Editorial 28-3 - RECHAZO POR LA VIOLENCIA

Existe una actitud de rechazo generalizado por la violencia.

Sin embargo, nos preguntamos, dónde está esa sociedad hastiada de violencia, cuando en cada semáforo ve un desfile de niños y adolescentes pidiendo limosna, sabiendo que están a merced de cualquier ofrecimiento que se les haga a cambio de una moneda.

Y en qué lugar de su justificada moral pone la imagen de tanto niño que ve a diario, revolviendo basura, comiendo basura, juntando cartones, explotados y abusados desde todo punto de vista.

Dónde está la sensibilidad de esa sociedad que no la mueve a la más mínima reacción por la promoción de políticas que cambien la situación para esos niños.

Cómo no se advierte que justamente ahí se está generando un caldo de cultivo para desatar un proceso de violencia de consecuencias impredecibles, para ellos y para el resto de la sociedad.

Y si se advierte, cómo es que no se organiza la sociedad para exigir un drástico cambio de condiciones como imperativo para acabar con la violencia.

Las campañas y acciones contra la violencia hacia el medio ambiente y los animales han ganado más adeptos que una acción combinada para desterrar la violencia sobre el ser humano.

De hecho no hay marchas masivas en la que se involucra toda la sociedad indiscriminadamente, para exigir que se efectivicen los derechos de la niñez, o de repudio a la explotación infantil - tan a la vista de todos-, o por igualdad de oportunidades para los jóvenes o contra el negocio de la droga.

Mientras tanto, los ciudadanos sensibles exhiben orgullosamente la organización de cadenas humanas por la defensa de los “derechos de las ballenas”

Seguramente si la sociedad en su conjunto advirtiera esa multiplicidad de formas de violencia que se van entramando afectando amplias capas de la población y bregara de modo contundente y decidido por su desarticulación, estaría operando no ya sobre las consecuencias sino sobre las causas de la violencia evitando así males irremediables.

Si queremos operar sobre los factores que generan violencia tenemos que advertir que cuando se produce un hecho de violencia física ya es tarde, ya se desató ese proceso que se genera al interior de las personas, generado seguramente desde afuera, y que deja al verdadero responsable impune.

El paso previo es el reconocimiento de ese germen que también podemos reconocer en cada uno de nosotros, y podemos desarticular evitando una situación de consecuencias no queridas.

Necesitamos detenernos un momento, observar las injusticias sociales y considerar que semejante violencia necesariamente tendrá derivaciones catastróficas: desbordes sociales, reclamos masivos, con un alto componente de violencia (impotencia) y seguramente correspondida con una represión brutal.

Tenemos derecho a vivir sin violencia, sin padecer y sin que otros la padezcan para lograr el ideal de paz.

Extraído del Manual de Formación del Movimiento Humanista

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